LA LECCIÓN
DE LA VERDOLAGA.
Francisco Tamayo.
El Nacional, Caracas. 10 de Octubre de 1982
Aquellos
fueron otros tiempos y otros hombres, me había venido al centro por las mismas
razones que nos venimos todos los provincianos (Todavía). Buscar ambiente donde
vista la metrópoli desde allá pensamos que esta es fuente de todo bien.
En el
concreto caso mío, vine a estudiar, partiendo del bachillerato, pues la
primaria la había realizado en la ilustre ciudad de Coro, donde adquirí una
visión más amplia del vivir.
Me inscribí
en el liceo Caracas, entonces dirigido por Rómulo Gallegos, para el primer año
de secundaria, pero en enero me traslade al liceo San José, en los Teques,
donde conseguí trabajo a cambio de la inscripción y el alimento, el profesor de
Botánica era José Antonio Rodríguez López. Nos daba las prácticas al caminar
por los campos vecinos, refiriéndose a las plantas que encontrábamos. Muchas
eran novedosas para mí, pero algunas eran hierbas conocidas desde mi infancia,
debido a la utilidad que les atribuía, como medicinales o alimenticias. Una vez
encontró una mata de verdolaga. Esta hierba crecía en cualquier rendija del
enladrillado o entre las guarataras de los patios empedrados, o simplemente en
los caminos pelados donde todo el mundo la pisaba desconsideradamente. Sin
embargo, la planta, toda maltratada, lograba pelechar. Lo único que se sabía de
ella era su nombre vulgar. ¡Gran Cosa! Pensamos los alumnos, despectivamente.
Eso no sirve para nada. Ni siquiera se muere, ni exige nada para sobrevivir.
Nace en todas partes y nadie se ocupa de ella. No obstante, Rodríguez López
tomo la planta en sus manos con gran cuidado, como si se tratara de algo
precioso; así lo hacía con todas las plantas de reconocida categoría, tales
como el maíz, las campanillas de lindos colores y los frutales. Eso no sirve,
Profesor, objeto un avispado de los alumnos. Rodríguez López no se inmuto, y
empezó a hablar de la verdolaga. Resulta que aquello era un ser vivo que
mediante sus hojas tomaba energía solar, oxígeno y gas carbónico, y por sus
raíces absorbía agua y tierra. Con esos elementos fabricaba azúcar y almidón, y
de allí en adelante producía muchas otras sustancias que la calificaban como
buen alimento para la gente. Y tenía familia, género y especie, pues un tal
Linneo quien era gran sabio, se había ocupado de ella, la había descrito y
calificado. Yo estuve profundamente impresionado con la exposición sobre la
hierba que en tan baja estima se la tenía donde quiera.
No sé por
qué profundo y desconocido mecanismo de mi espíritu, durante la exposición de Rodríguez
López me fui identificando con la verdolaga. El miedo, el sentido de
culpabilidad e indefensión que me había azotado toda la vida, comenzó a
tornarse en fe y confianza en mí mismo, ante mi propio yo. En tanto que la
ultrajada y menospreciada planta se rehabilitaba mediante las convincentes
razones del Profesor, yo iba tomando fuerza espiritual, afianzamiento y
presencia de ánimo. Durante aquel breve tiempo en que transcurrió la lección de
la verdolaga, con aquella tenacidad, capacidad y derecho a vivir con todo el
vigor que estaba implícito en los caracteres de la verdolaga, así como en la
noble exposición del Maestro. Acababa de asumir mi destino y echaba a andar con
un gran entusiasmo por el hecho de vivir y por la razón de ser.
Esta versión de la historia nos hace notar por una parte que tenemos muchas cosas alrededor las cuales menospreciamos, por su cotidianidad por falta de aspectos característicos innovadores, por lo común, cuando en realidad no notamos el valor que tiene la misma, las características que hacen parte de ella, que las hacen fundamentales en muchos aspectos de la vida, así se puede decir que se observa la verdolaga, a la cual no se le daba el valor correspondiente, solo un grupo especial de personas, esto aparte de suceder como en este caso con plantas tiende también a darse con otros aspectos de la vida, por ejemplo a veces no nos fijamos en los distintos potenciales humanos arraigados en cuerpos sometidos a una rutina, a un estilo de vida planificado, rutinario, tan dentro de lo común, es necesario tomar detalle sobre todo lo que nos rodea, sobre quienes nos rodean, y el aporte que cada uno puede dar para ser mejor, y hacer de la sociedad algo mejor, como docente debemos ser capaces de hacer ver en cada estudiante su potencial y ayudar al mismo a llevarlo al máximo, y de no ser como docente también debe hacerse como ser humano ayudar a los demás a ver en si lo que destaque lo que puede aportar.
ResponderEliminarpor otro lado esta lectura permite reflejar aspectos de personalidades que no han notado su real valor, a modo personal, es necesario conocerse y darse cuenta que como seres humanos tenemos un potencial inmenso, que se ha ocultado debido a las adversidades de la vida, al conformismo de alcanzar lo que se dice que debemos alcanzar, a ser mas de lo común, a no sobresalir, todos deben ser capaces de sentir esa potencia y de vislumbrarla y hacerla formar parte de algo, de algo mas grande que nosotros mismos, porque el ser humano es así, un ente de superación, de esperanzas, de convicción cuando se lo propone, que es capaz de superar el obstáculo mas grande que se le presenta, si así se desea, es capaz de superar situaciones complejas, difíciles agotadoras, si tiene fe en si mismo, si es sabio de hacerlo, ningún ser humano es igual a otro, tal vez puedan parecerse pero cada uno tiene algo especial, ese algo que nos deja fuera de lo común si así lo deseamos.
Jarly Avendaño
CI 24195553
Fase II
Esta lectura nos demuestra que solemos a veces escondernos de algunas realidades; de tener miedo de empezar algo nuevo. Pensando en que si no sale como queremos, o el que dirá la gente.
ResponderEliminarLa lección de la verdolaga, nos recuerda que no debemos sentirnos menos que nadie; solo que cada persona piensa y actúa diferente, que cada uno de nosotros tenemos potencialidades, dones distintos pero que no nos hacen mayores a los demás. Como la verdolaga habemos muchos, que desconocen nuestras habilidades y solo se limitan a definirnos sin conocernos. Por ello es importante tratar de ver más allá de lo físico y así poder entender, conocer cuán importante es una persona.
En muchas ocasiones, las cosas sencillas que tenemos a nuestro alcance las creemos tan básicas que no sabemos el poder que tienen, menospreciamos los alcances de las cosas y de nosotros mismos como humanos con potencialidades para lograr lo que nos propongamos. Me causa interés como el autor describe a su profesor como trata con delicadeza el organismo que para todos es la planta que no tiene relevancia, y es una cualidad del docente, que nosotros como futuros docentes debemos tener, para la enseñanza con nuestros estudiantes debemos reforzar la importancia que tiene cada elemento en esta vida, además y potenciar las habilidades de nuestros alumnos haciéndoles saber que son capaces de lograr muchas cosas.
ResponderEliminarGisvel Salas
C.I:23.719.235
Fase II
Esta lectura nos lleva sin duda alguna a que reflexiones siempre y cada día en nuestro actuar docente, consideremos que todo lo que hagamos tanto fuera como dentro del aula representa en los estudiantes o pude representar motivación tanto de forma buena como mala dependiendo de lo que se diga o haga. Esto nosotros como estudiantes que fuimos que somos y seremos lo sabemos pues cuantos de nosotros no fuimos motivados por los docentes que tuvimos para estar hoy donde estamos por ello consideremos cada vez que estemos frete a algún grupo dar lo mejor y mostrar de todas las cosas su lado malo si lo tiene pero muy específicamente el lado bueno e interesante que puede tener y que lo vemos. Roccy López. Fase II.
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